El cantante Julio Iglesias, a pesar de que lleva 43 años en la música, asegura que todavía le motiva subir a un escenario, que no cantaría si no se emocionara y que descansará dentro de treinta años cuando esté en el otro lado.

Su razón de cantar no es otra que el sentimient Si no cantara qué iba a hacer, no sé hacer otra cosa, ha indicado en una entrevista con Efe en Marbella (Málaga, sur de España) antes de comenzar su gira de conciertos por España en julio y agosto.

Para un artista, añade, el público es un comandante y jefe en nuestras vidas, el que decide si vale o no vale y al que considera definitorio de todo.

Entre lo pendiente por hacer, confiesa que tiene que seguir generando y produciendo porque de él depende el trabajo de miles de personas.

Instalado en su casa de Ojén (Málaga), cerca de Marbella, donde estará con su familia dos meses, después de cantar irá a dormir a su casa y a ver el fútbol -por la celebración de la Eurocopa- y es consciente de que es una persona privilegiada.

Este mes Julio Iglesias está de gira por otros países europeos, trabajo que le hace "estar más vivo", aunque confiesa que en los conciertos en España se siente "más nervioso" que fuera, tiene "un poquito ese cosquilleo", aunque dice que no hay públicos diferentes según el lugar: "El público es universal en sentimientos, en sonreír, reír, querer, llorar".

De la música en España le gusta "lo auténtico, lo que nace en las raíces, el flamenco, la copla, esa mezcla de lo eléctrico con lo ancestral, con lo acústico; ver a Chic Corea con Paco de Lucía" y lamenta que la crisis afecte a la música, "a la apuesta que tiene la compañía de discos por el artista".

También se ha mostrado preocupado por "la situación tan marginada dentro de la Europa comunitaria que tiene España", aunque no quiere transmitir la sensación de catástrofe y destaca que "es un país hecho" porque "se ha gastado mucho dinero, se ha gastado mucha energía y ahora hay que recuperar ese dinero y esa energía" y que "tiene que ser competitivo y lo va a ser, lo es"