Palabras innecesarias con la armonía musical
7:59Beethoven dijo en una ocasión que la música debe hacer saltar fuego en el corazón del hombre, y lágrimas en los ojos de la mujer. Hay quienes disfrutan al escuchar la música y otros el sonido que producen los instrumentos que le dan vida a las canciones. Estos podrían ser tildados de músicos “frustrados”, pero es que la pasión por la guitarra, el piano, la flauta, el violín, u otros instrumentos no necesariamente requiere compartirse en los escenarios.
La música es un estilo de vida. Y lo es porque conlleva años de estudio ininterrumpidos y dedicación para alcanzar la perfección de cada sonido.
Emociones
La magia de los instrumentos despiertan la gloria en quienes los escuchan. Así fue como en la película “El pianista”, Wladyslaw Szpilman (interpretado por Adrien Brody) logró sobrevivir de las miserias de la guerra en Alemania. Tocó una pieza de Chopin para uno de los capitanes alemanes, quien se conmovió y deslumbró por la tocata.
Eso deja claro que la música es el lenguaje de lo inexpresable con palabras. Ciertas películas han desarrollado escenas legendarias por la musicalización. Una de las mejores escenas que ha quedado en el imaginario de los espectadores es la de la ducha, de la película “Psicosis”.
Janet Leigh decide tomar un baño y la música de Bernand Hermann suena sin piedad para recrear el suspenso y el terror de su muerte a puñaladas.
Pero la música también es el lenguaje que conmueve, que magnifica y engrandece cada momento.
El violín de Véronique, la Mademoiselle Chambon de de la película con el mismo nombre, logra seducir a Jean y a través del cual la delicada maestra le manifiesta lo que no puede decirle con su voz.
La música es la esencia de ese filme en el que los diálogos no son necesarios. La música es el lazo que une a Vincent Lindon y Sandrine Kiberlain, y que les da rienda suelta a sus deseos reprimidos en la cinta.
“La vida es bella”, es otra de las películas cuya musicalización, inspirada con el maestro Nicola Piovani, emociona con su mensaje esperanzador y de luz. No solo el pequeño José vive el holocausto de una manera distinta por la inventiva de su padre Guido, sino también los espectadores por la música utilizada.
En definitiva, los sinsabores y alegrías de la vida siempre se dejan acompañar por una música, la cual le da forma al vacío.
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